LA VERDAD SOBRE ECOEMBES

Responsable de la recogida y reciclado de envases, rechaza un sistema de devoluciones en tienda que nos acercaría al objetivo de ‘residuos cero’

Retorna y Ecoembes
Algunos cálculos cifran en 30 millones los envases que se abandonan cada día en España.

Texto: Juan Luis Gallego

Bajo el principio de que “el que contamina paga”, la Unión Europea obligó a partir de 1997 a las empresas a hacerse cargo de los envases que ponen en el mercado, es decir a preocuparse de su recogida y reciclaje para evitar que acabaran en nuestros campos, ríos y mares. En España, la respuesta de las compañías fue la creación de Ecoembes, junto a la aparición del contenedor amarillo –y en menor medida el azul– y la creación de un sistema que implica a todos: que el consumidor deposite los envases en los contenedores adecuados; que los ayuntamientos los recojan y que las empresas les paguen por hacerlo. Y así funciona en nuestro país desde entonces. Cada año se recogen 1,5 millones de toneladas de este tipo de residuos –unos 17 kilos por habitante de envases plásticos y metálicos y otros 19 de papel y cartón– y los 8.100 Ayuntamientos que hay reciben en total unos 615 millones de euros para sufragar los gastos de su recogida (según los datos de 2019 facilitados por Ecoembes).

Pero ocurre que no todos los envases se depositan en los contenedores adecuados, sino que, muy al contrario, cada día se abandonan en nuestro país unos 30 millones de latas y botellas de plástico, según cálculos de Greenpeace. Y su recogida, para retirarlos de las calles, caminos, cunetas, playas, bosques y otros espacios públicos, la pagamos entre todos a través de nuestros impuestos. Es decir, ese círculo tan perfecto que parecía dibujar la estrategia Ecoembes, que a todos implicaba y a sus empresas responsabilizaba económicamente, tiene una enorme fisura por la que resulta que no siempre “el que contamina paga”.

Las claves del sistema de retorno

Y ocurre también que hay otros sistemas, vigentes en muchos lugares de nuestro entorno, que según sus defensores se están demostrando mucho más eficaces, entendiendo como eficacia la aproximación a ese objetivo, en teoría común, de residuos cero. Ese sistema, a grandes rasgos, no es más que volver a esa devolución de la botella o del casco que para generaciones anteriores era el pan de cada día: compras un litro de zumo o de cerveza, pagas una cantidad por el envase y, cuando lo devuelves, lo recuperas.

Máquina para el retorno de envases. Retorna.
Máquina para el retorno de envases.

Los defensores de este modelo se han agrupado en la plataforma Retorna, que integra a la industria del reciclado, ONGs medioambientales, sindicatos y asociaciones de consumidores. La devolución afectaría a los envases de agua, cervezas, zumos y refrescos –los que, según la experiencia, más se abandonan en la calle–, tanto si son de vidrio como de aluminio, metal, plástico o tetrabrik –es decir, prácticamente todos, para evitar que le consumidor tenga la opción de elegir los no retornables–, según explica a Otroconsumoesposible.com César Sánchez, director de Comunicación de Retorna. Y la cantidad a pagar, y a devolver luego, sería de 10 céntimos. ¿La forma de hacerlo? El comercio elige: o a través de una máquina o directamente al tendero; pero, eso sí, tiene que implantar obligatoriamente un sistema de devolución, entre otras razones, porque él también acabará recuperando el dinero que pagó por esos envases a los fabricantes y distribuidores.

Hacia el objetivo de ‘residuos cero’

Asegura Retorna que este modelo, conocido por las siglas SDDR (Sistema de Depósito, Devolución y Retorno), funciona con normalidad en 40 regiones de nuestro entorno, entre ellas, países como Alemania, Noruega, Austria, Suecia o diversos estados de Canadá, Estados Unidos y Australia, y el índice de devolución se sitúa entre el 80 y el 95% –incluso en Alemania ha llegado a alcanzarse el 98,5%–.

En contraste con estas cifras, Retorna asegura que en España solo se recogen de forma selectiva, es decir en el contenedor adecuado, el 35% de los envases. Es decir, según explican en su página web, “los envasadores solo pagan por los envases que van al contenedor amarillo, en lugar de hacerlo por todos los envases que ponen en el mercado. La diferencia la estamos pagando nosotros, los ciudadanos, a través de los impuestos y tasas de residuos”.

Retorna, envases, Ecoembes
Ecoembes solo paga a los Ayuntamientos por la recogida de envases depositados en los contenedores amarillos y azules.

Esos envasadores son, precisamente, los creadores de Ecoembes, 1.200 empresas en total y, entre ellas, los gigantes del sector –Coca Coca, Pepsi, Danone, Nestlé o conglomerados como Unilever o Procter & Gamble–. Y ellos no quieren un cambio de modelo. Primero, porque creen que la situación no es tan grave y que el actual funciona. Según explica Álvaro Otero, coordinador de Asuntos Corporativos de Ecoembes, hay que tener en cuenta que los residuos en cuestión, los envases de bebidas en sus diferentes formatos, solo suponen el 8% de la basura de una ciudad, hasta el punto de que, en su opinión, el verdadero desafío actual es el reciclaje de los otros residuos, especialmente los orgánicos o los textiles.

Los argumentos de Ecoembes

Pero es que además, añade Otero, la cultura del reciclaje no solo se ha instalado con éxito en nuestra sociedad, sino que crece cada día: prácticamente toda la ciudadanía tiene un contenedor amarillo a un máximo de 100 metros; su uso ha aumentado un 32% en los últimos cinco años –un 8% en el último con respecto al anterior– y la tasa de reciclaje de los envases adheridos a Ecoembes fue el año pasado del 80,2% –cifras ‘de parte’ que, desde Retorna, ponen en duda, entre otras razones por la dificultad de saber cuántos envases se ponen realmente en el mercado–.

Retorna y Ecoembes
Una lata de refresco abandonada en una playa.

“No estamos en contra per se de ningún modelo –explica Álvero Otero en nombre de Ecoembes–. Nuestro objetivo es que cada vez se generen menos residuos y, si se generan, que se recicle”. Y, a su juicio, el modelo más eficaz para cumplirlo es el actual. Anuncia, además, la progresiva puesta en marcha de un sistema de recompensa para los ciudadanos y ciudadanas más concienciados, llamado Reciclos, que consistirá en instalar lectores de códigos de barras junto a los contenedores para que cada consumidor pueda contabilizar cuántos lleva e ir acumulando puntos con “recompensas sostenibles”, como bonificaciones para utilizar el transporte público o la bici o donaciones a ONGs medioambientales. “El objetivo –añade Otero– es seguir creando toda una red los más eficiente posible que no penalice al consumidor ni le grave con una fianza, sino que gratifique al consumidor responsable”.

Dicen desde Retorna que los contrarios al modelo de retorno “son pocos pero poderosos” y con capacidad de hacer mucho ruido. Algunos de ellos han llegado a crear una web, sddr.info, para “tratar de parar la estafa y el retroceso medioambiental que supondría su implantación”. Entre los argumentos, que rompe con la máxima de “reciclar es un deber”; que incrementa el precio de la cesta de la compra; que la recogida de esos envases en horario comercial generaría más contaminación y atascos; que provocaría más suciedad porque los envases se dejarían en la calle a la espera de que alguien los recogiera para cobrarlo… e incluso que los únicos interesados en su implantación son una empresa noruega llamada Tomra que fabrica las máquinas receptoras y que vende a más de 20.000 euros. Desde Retorna tienen contraargumentos para cada uno de ellos, como que es la tienda la que decide si instala una máquina o recoge los envases que le entrega el consumidor a mano o que la recogida de los envases que se depositan en el contenedor adecuado supone gastos y contaminación más elevados. Pero, sobre todo, esgrimen un argumento por encima de todos: que el SDDR es el sistema que más nos acerca al objetivo de ‘residuos cero’.